martes, 2 de diciembre de 2014

Si no respiro por unos segundos lo entiendo. El árbol no desprende oxígeno, el sol no vuelve a nacer. El viento no azotó esa puerta, la pequeña niña no se despertó llorando, su madre no la calmó con un beso. Nadie olvidó un lápiz en el colectivo, ningúna luna fue dibujada en la parte trasera del asiento, nadie sonrió al verla, a nadie le recordó absolutamente nada. Ningún peatón ignoró el cemento fresco, nadie enfureció, ninguna huella permaneció allí por años. Nunca llovió ferozmente el 7 de julio, ninguna oscura nube enturbio el cielo aquella noche. Los planetas permanecieron intactos, como si fuera el momento previo a la implosión. Giro, giramos; y en un ángulo de treinta y cuatro grados, creé brisa, caí en el abismo, rompí una taza y un corazón. De vez en cuando espero ser consciente, que en lo que dura un simple paso, un ser está naciendo, una vida está siendo extinguida, una risa amplificada destruyó cada vidrio de una torre. Cierro los ojos, mil pájaros vuelan en el bosque. Abro los ojos, caen hojas doradas por doquier.Vuelvo a respirar. Tan sutil como indispensable es esa bocanada de aire, mis caladas clavículas indican que me encuentro bien. Todas las premisas se cumplen.

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